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Adolescencia y actualidad

Podemos estar de acuerdo en lo siguiente: Muchos recordamos nuestra juventud como una etapa maravillosa que nos deja amigos para toda la vida e historias invaluables cargadas de emociones. Un tiempo descomplicado y complicadísimo a la vez; enfiestado, pero, de igual manera, aislado en un cuarto acompañado de música a todo volumen.

Esto es la adolescencia, así la vivimos. Pero: ¿Cuál es nuestra óptica ahora que educamos adolescentes? Muchas veces (y digo esto en un tono un tanto burlón) es el gran “cuco” debajo de la cama, que atormenta al promedio de padres de familia a nivel mundial. Y, aunque Google nos muestre una cantidad infinita de recetas y pócimas maravillosas, la realidad es que, a la hora de la hora, no tenemos idea de qué hacer en determinadas circunstancias. Motivo por el cual vale la pena desglosar en algunos ámbitos cruciales y relevantes, teniendo al adolescente en cuenta la época actual. La adolescencia es, en efecto, una etapa construcción constante de la identidad en la cual los referentes parentelas pierden relevancia, lo que implica, en otras palabras, que papá, mamá, y todo lo que tienen que decir, pasa a un segundo (o tercer) plano.

Lo que explica por qué siempre tiene la razón su mejor amigo, Twitter, 9Gag o Buzzfeed, y no nos queda otra opción que aceptar lo siguiente (prepárense)… mi hijo ya no cree que soy ‘cool’. Aceptemos la naturalidad de esta etapa sin pretender ocupar un rol que no nos corresponde, somos sus padres, no sus amigos. Hay que tener en cuenta que, así lo parezca:

  • No toda réplica “subida de tono” por parte de ellos equivale a un ataque personal, y la forma en la que, como seres humanos adultos, respondamos debe partir desde una postura calmada y asertiva.
  • Y ante un adolescente emocionalmente desbordado, debemos procurar calmarlo antes de cualquier tipo de intervención verbal, caso contrario no se logrará mucho.
Abrir espacios de palabra libres de prejuicios dentro del hogar, un nicho seguro que apunte siempre a la reflexión y la escucha abierta. En la era de las telecomunicaciones, la tarea de hablar no debería complicarse demasiado.

La tecnología avanza, nos guste o no, y comparar la realidad que viven nuestros jóvenes con la nuestra resulta innecesario. El cambio tecnológico conlleva un cambio en el lenguaje, y con ello el estilo de comunicación. Lo que antes se hablaba en una caminata por el parque del barrio, o se cuadraba un encuentro “a tal hora en tal lugar”, se logra en segundos en los tan mencionados  grupos de WhatsApp. Luchar contra este tsunami mediático es inútil, toca, más vale, surfear la ola, ya que estos avances pueden ser nuestros mayores aliados al momento de responder cuestionamientos inmediatos, estar al día con las tendencias sociales y, sobre todo, mantenernos pendientes de aquello que pueden estar leyendo nuestros hijos; en otras palabras, debemos, por lo menos, saber de qué se tratan Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, Tumblr, y demás OVNIS (objetos virtuales no identificados) que aparecen a diario en nuestros celulares, laptops y tablets. recordándoles siempre, que cualquier contenido que se sube a internet, puede permanecer en ella de forma permanente, por lo tanto el material que ahí se “cuelga” puede fácilmente ser obtenido por terceros. Regalémosle un voto de confianza a los jóvenes en cuanto al manejo de redes, con consecuencias lógicas en caso de ser quebrantados compromisos previos.

La clave está en regular, no censurar. Por lo tanto, y a manera de conclusión, la adolescencia es una etapa lógica del desarrollo humano que, independientemente de la época, siempre supone un desafío para padres y educadores, pero jamás supuso un imposible. La juventud actual responde a características propias de la posmodernidad. Elementos como la inmediatez, lo superficial y desechable. Propongo, entonces, darle la vuelta a lo que nos vende la época medios. Propongo inmediatez comunicacional para lograr una superficialidad desechable. Teniendo siempre presente que estamos hablando de nuestros hijos. Los cucos no existen.

El grupo de amigos en la preadolescencia

Los amigos en la etapa de la preadolescencia adquieren para los chicos una vital importancia, y esta relación con el grupo es necesaria y significativa en el desarrollo de toda persona en su camino a la adultez.

El preadolescente adquiere seguridad personal al pertenecer a un grupo, pues encuentra a otros como él, con quienes se siente cómodo pero sobre todo aceptado. No pertenecer a un grupo significaría aislamiento, lo que implicaría un alto nivel de sufrimiento.

Dentro del grupo, prueba su capacidad de influir o ser influenciado, conoce el rol que puede desempeñar entre amigos, desarrolla su personalidad, percibe si es de los callados, o de los que da su opinión con facilidad, es consciente de las respuestas que reciben sus propuestas, positivas o negativas, se va descubriendo continuamente a sí mismo a través de la retroalimentación que el grupo le da.

En su proceso de ir creciendo en autonomía, en relación a sus padres, el grupo de amigos es el nuevo referente que adquiere especial importancia y con quienes compartirá su tiempo y estará en constante comunicación. Ya que el grupo adquiere vital importancia en la vida del preadolescente, tu hijo, es muy importante que como padres conozcamos quienes son sus amigos y cómo son sus amigos, pues el grupo que él elige nos devuelve una mirada de cómo es nuestro hijo.

Características de la Adolescencia

Autoafirmarse: Lo ayuda a estar consciente de su individualidad, sentirse diferente a sus padres, mostrar convicciones propias, argumentos firmes, independencia en relación a ellos. Se pregunta: ¿Quién soy? ¿Cómo soy? ¿Qué quiero? Es indispensable en el desarrollo de su personalidad.

Rebeldía: Confronta a sus padres poniéndolos a prueba constantemente, cuestionando sus modelos, valores, comportamientos y actitudes, siendo muy crítico hacia ellos. Lea también: La confrontación con tu hijo adolescente

Desarrolla la capacidad de razonamiento: El hecho de razonar y pensar por sí mismo le da la seguridad personal que utiliza a la hora de sostener criterios propios para diferenciarse de sus padres. Tiene explicación para todo y se siente dueño de la verdad, a la vez que es sensible a la crítica de los adultos.

Fluctúa entre un comportamiento infantil y uno adulto: Rompe con la etapa anterior de la infancia. Aumenta su madurez gradualmente, aunque en ocasiones se comporte como un niño, pues crecer implica nuevos retos y causa temor, permanecer niño significa sentirse protegido por sus padres.

Lucha por ser más autónomo: Aunque a veces nos parezca que depende como un niño, él está tratando de demostrar a sus padres que puede ser independiente de ellos, y en las ocasiones en que se incapacita frente a una posibilidad de crecimiento es porque el miedo al fracaso lo paraliza, y prefiere actuar como niño pequeño antes de demostrar que no lo logró o se equivoco.

Cambios en los estados de ánimo: Va de la alegría a la tristeza al mal humor en cuestión de minutos de tal forma que ni él mismo se entiende, ni se resiste.

La apariencia física cobra una gran importancia: Su imagen física, que tanto a cambiado, y con la que no siempre está a gusto, se convierte en un punto primordial en su vida al que dedica buena parte de su interés y tiempo. Es por ésto que a los padres nos puede sorprender cuánto tiempo pasa frente al espejo, lo que no debe ser un motivo de preocupación, sino de reconocer que es parte natural de la edad, ellos miran los cambios para reconocerse y aceptar su nueva imagen.

El grupo de amigos: Son el centro de su vida. Este cambio que inicia en la pubertad toma fuerza en la adolescencia en que los amigos ocupan un lugar relevante convirtiéndose en la compañía de la que disfrutan.

¿Presión de grupo en la preadolescencia?

La influencia que ejerce el grupo de amigos en el preadolescente es trascendental.

Consideramos presión de grupo cuando un preadolescente tiene un comportamiento determinado, positivo o negativo, con el que no está necesariamente de acuerdo, con el ánimo de pertenecer al grupo y ser aceptado por sus miembros.

Para que pueda manejar adecuadamente esta presión es indispensable que tenga una autoestima positiva, y buena comunicación con sus padres; así, podrá tener la fuerza personal suficiente para no aceptar conductas negativas impuestas por el grupo, a pesar de correrse el riesgo de ser rechazado por éste. Esta autoestima es la que lo ayudará a reflexionar si se siente cómodo o no en ese grupo, y si lo conveniente, para él, sería buscar nuevos amigos, tomando decisiones pensadas en su bienestar.

¿Qué es la adolescencia?

La adolescencia es la etapa que se inicia en el momento en que las mujeres tienen su primera menstruación y los varones la emisión del primer espermatozoide, luego de la pubertad, y se la considera la segunda fase o adolescencia intermedia. Ya han experimentado los cambios físicos aunque todavía siguen creciendo los huesos, formándose la corteza prefrontal y adquiriendo armonía en las proporciones de su cuerpo, acentuándose ahora cambios en su forma de comportarse y de relacionarse; se caracteriza por ser un proceso psicológico, en el que se miran hacia el interior de sí mismos en un anhelo por descubrirse, orientados al autoconocimiento, a diferenciarse de sus padres y a lograr avances en el proceso de autonomía personal.

¡Lo mejor que podemos hacer los padres es conocer de qué se trata todo aquello que experimentan!

Frente a la llegada de la adolescencia lo mejor que podemos hacer los padres es conocer de qué se trata todo aquello que experimentan, pues entendiéndolos, estaremos claros y tendremos herramientas para actuar y no comportarnos desconcertados al igual que ellos. 

¿Cómo influyen los padres en la autoestima de los adolescentes?

En un principio somos los padres el espejo en el cual los hijos miden su valía como personas, e influenciamos en el autoestima de los adolescentes, aunque el mundo les refleje también como los ve con las opiniones de  sus amigos, hermanos, maestros; ellos se mantendrán fieles a lo que ven en el espejo de sus padres, mientras sean niños y adolescentes, pues somos su referente más importante, afectivamente las personas más cercanas.

Para que este espejo sea positivo debemos: valorarlos y aceptarlos por lo que ellos son, teniendo además  una comunicación adecuada. 

¡Independencia del adolescente! ¿Cuánta?

El adolescente es ambivalente, en unas ocasiones se comporta como niño, en otras pide libertades de adulto, aunque esto nos confunda por momentos, debemos contribuir a que actúe de forma madura permitiendo que se responsabilice por sus obligaciones y por las consecuencias que sus actos positivos o negativos generen. En la medida que madure irá responsabilizándose cada vez más de sus acciones, haciéndose dueño de sí mismo. Este aprendizaje personal a través del cual se siente capaz le permitirá ser cada vez más independiente. Podrá sorprendernos y sorprenderse al ver lo que logra por sí mismo… resolver solo ciertas dificultades, sin esperar que nosotros lo hagamos por él.

¡A un niño trátalo como niño, dale responsabilidades de niño! ¡A un adolescente trátalo como tal, y dale mayores responsabilidades… el que quiere ser grande que actúe como grande!

Esta seguridad en sí mismo, es el resultado de un aprendizaje positivo. Si nosotros lo tratamos como niño pequeño, solucionando todas sus dificultades, no le estamos permitiendo crecer. Es importante que la exigencia sea en medida de su madurez, pedirle algo que exceda su capacidad es un camino al fracaso de la tarea, al igual que le envía a él un mensaje negativo de sí mismo, sintiéndose incapaz e inseguro. Crecer es necesitar menos de sus padres, para valerse más por sí mismo. En la medida en que los veamos listos, debemos permitir la independencia, incluso fomentarla (pues podrían quedarse en la comodidad de no intentarlo para no asumir riesgos) confiando en ellos, pero así como damos independencia, debemos exigir a cambio responsabilidad en su comportamiento.

La confrontación con tu hijo adolescente

La adolescencia es la etapa de la confrontación del hijo con sus padres. Nos puede causar mucho sufrimiento, pero no por esto vamos a evitarla siendo permisivos o dándole la razón en todo, pues por un lado, es necesaria para que él logre su autoconfirmación y tome distancia de los padres reconociéndose como alguien diferente, y por otro lado lo estamos educando y todavía no tiene madurez para tomar solo todas las decisiones, habrá muchos aspectos en los que los límites de los padres todavía sean necesarios y las opiniones esclarecedoras.

Lo importante es tener un canal de comunicación abierto con él, privilegiando el escucharlo que el sermonearlo. Así podemos conocer cómo está pensando, para poder guiarlo mejor… dando cabida a la negociación, pues constatar que los padres los escuchan y consideran sus argumentos e ideas correctos, se gana en confianza y ellos crecen en seguridad consigo mismos.

Lo que el adolescente busca en nosotros, sus padres, es un modelo claro de lo que significa ser adulto, es por esto que debemos actuar con responsabilidad, como adultos, con criterio claro y no por evitar el enfrentamiento, declararnos personas inseguras sin opinión.

Autoestima en el adolescente

¡La autoestima positiva en la adolescencia es la mejor inversión!

La autoestima es la valoración positiva o negativa que tenemos de nosotros mismos. Un niño, luego un adolescente con autoestima positiva tiene altas posibilidades de convertirse en un adulto feliz, que se quiere a sí mismo.

Que esto suceda en la vida de nuestros hijos es tarea fundamental de los padres, pues es el antídoto contra las adicciones, las presiones negativas de los amigos, y las decisiones destructivas.  

Trabajar en el autoestima de tu hijo es una tarea que comienza desde que está en la barriga.

La Adolescencia: Etapa final

La adolescencia está compuesta por tres etapas claras: la pubertad, la adolescencia media, y la final; cada una con características y desafíos propios, tanto para los chicos como para los padres.

 

 

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