Es por esto que no debemos descuidar la comunicación con nuestro hijo preadolescente. Procuremos que ésta sea positiva, respetuosa de él como un ser distinto a nosotros, para lo que debemos desarrollar un alto nivel de escucha. No se trata de bombardearlo con sermones y charlas del deber ser, que solo lo alejarán de nosotros, lo que sí debemos hacer es dedicarnos a conocerlo, escuchándolo a él.