Laura María Noboa Escrito por  Mar 21, 2018 - 2548 Views

Una fecha para reconocer la superación sin límites

fasinarm

Martha Trujillo de Ampuero recuerda emocionada el día en que su hija salió a escena en el teatro La Bota, personificando a Glinda, la bruja buena en la obra ‘Dorothy en la tierra de Oz’. Aquello fue el año pasado, pero hoy Martha María, de 20 años y quien tiene Síndrome de Down, continúa sus estudios de Comunicación Escénica en la Universidad Casa Grande, en un plan piloto que va de la mano con unos talleres de entrenamiento vocacional de Fasinarm.

“Al principio tuve un poco de ansiedad porque no sabía cómo iba a desarrollarse, pero superó mis expectativas y cada día lo hacía mejor. Fue emocionante verla hacer lo que siempre le ha gustado: actuar (se presentó 19 veces)”, dice su madre, quien además es educadora de párvulos y parte del Comité Ejecutivo del Consejo Directivo de Fasinarm.

Ella y su esposo Fernando la ayudan a cumplir sus sueños. La labor de los padres es clave en su desarrollo. “Con su esfuerzo podrán ser lo mejor que cada uno pueda ser. Los ayudan a encontrar sus capacidades, la que cada uno tenga”, resalta Laura María Noboa, licenciada en Orientación y Consultoría Familiar y quien también integra el comité.

Para ellas, una fecha como hoy es digna de resaltar. Desde el 2012 se celebra en el mundo el Día del Síndrome de Down. En Ecuador, por cada 500 niños que nacen, uno lo tiene.

Estos chicos son un ejemplo de dedicación. Sí, tardan un poco más en hacer las tareas asignadas, pero las realizan tan bien como se espera, cuenta la magíster Zoraya Saltos, coordinadora del Centro de Entrenamiento Vocacional de Fasinarm.

Este centro hace un análisis ocupacional con las empresas que están interesadas en contratar a personas con discapacidad. “Llevamos 33 años haciendo inclusión laboral”, cuenta.

Luego de pasar por los talleres de formación ocupacional y de ganar experiencia en las estaciones de entrenamiento, algunos chicos consiguen un trabajo, en una compañía o en el aeropuerto de Guayaquil.

No son muchos los que lo logran y que hoy empacan productos o están en las áreas de mensajería y limpieza. Suele ocurrir porque los padres tienen temor al no saber qué va a pasar cuando estén en una empresa. Tienen miedo de que los acosen y de que no puedan defenderse.

Reconoce que la parte social es la que se complica más. “Ellos tienden a ser más cariñosos, más joviales, no tienen la malicia de lo que implica que haya un abuso. Por eso en los talleres trabajamos en la parte socio-emocional”, dice.

Los chicos hoy están de vacaciones y aunque muchos no conocen de esta fecha, viven cada día demostrando que pueden lograr más de lo que sus propios familiares imaginan.

 

Fuente: El Expreso.ec

https://bit.ly/2IJKwMj

Laura María Noboa

Licenciada en Orientación y Consultoría Familiar

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