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La ciencia detrás de la felicidad

La búsqueda de la felicidad es una hazaña común a través de los siglos y civilizaciones. La felicidad no es solo un estado de ánimo, una emoción puntual, pero un estado global. Todos tenemos un nivel base emocional. Esta base es susceptible a picos y bajones, pero la base se modifica muy lentamente y suele ser bastante constante. La línea base es lo que denominamos felicidad y los picos positivos son alegrías y los picos negativos son penas.  Míralo así: Cuando a una persona le suben el sueldo se encuentra feliz. Ahora, con los días, esa persona se acostumbra a esta nueva posesión. La euforia inicial se merma y se vuelve al mismo nivel de felicidad inicial. No obstante, estos momentos, felices o tristes, influyen poco a poco en la línea base. Y es que, si bien, no tenemos pleno control sobre lo que sucede en nuestras vidas, sí tenemos control sobre cómo nos afectan. Así mismo, tenemos control sobre diferentes factores que influyen en nuestra felicidad.

 

La felicidad está compuesta básicamente por el juego entre dos dimensiones, los factores endógenos y los factores exógenos.

 

Los factores endógenos son aquellos dictados por la biología, la cognición y la personalidad. Cuando hablamos de influencias biológicas nos referimos al temperamento, a la genética, equilibrios neurológicos de neurotransmisores, factores endocrinológicos, hormonas, y estado físico y mental. La ciencia apunta a que esta dimensión es responsable de un 35%-50% de la felicidad. Si bien no hay un gen de la felicidad, la genética si orquestra la composición química detrás del estado de humor y el procesamiento emocional.

 

Los factores exógenos incluyen las circunstancias socio-culturales, factores económicos, influencias climáticas, y eventos emocionales.

Ambas dimensiones se combinan y afectan a nuestro estado anímico. Un ejemplo de esta combinación es el efecto que tiene en tu estado anímico un día gris. En ausencia de sol, nuestro cuerpo sobre produce melatonina. La melatonina es una hormona que regula el ciclo natural del sueño. Cuanta más melatonina, mas sueños nos da.  Por otra parte, la ausencia de sol también hace que haya una disminución en la producción de serotonina. La serotonina es el neurotransmisor mayoritariamente responsable de la felicidad. Si bien no podemos controlar el clima, éste tiene un efecto en nosotros a nivel químico. Pero más allá de cómo nos puede afectar biológicamente un factor exógeno, hay un nivel mental y psicológico que solo depende de cada uno de nosotros. Si estamos dispuestos a sonreír, independientemente del clima que haya, esto afectará como vivimos ese día.

Combinando los factores exógenos y endógenos podemos delinear 5 categorías principales que modulan nuestra felicidad. Cada una de estas categorías tiene un gran peso en nuestra felicidad.

 

La primera categoría para vivir una vida feliz, es tener una mentalidad positiva. Hay mil maneras de enfocar toda circunstancia. Sin importar que situación sea, siempre hay una perspectiva que es, aunque sea mínimamente, más positiva.  La mejor manera de hacer esto es atesorando la gratitud, buscar siempre los colaterales positivos de toda situación y tener esperanza. Varios estudios científicos abalan que las personas agradecidas experimentan más emociones positivas a lo largo del día, tienen un sentimiento de pertenencia mucho mayor y presentan índices significativamente inferiores de depresión y estrés.  Al principio ponernos esas gafas de color rosa y siempre buscar el lado positivo nos puede costar. Es mucho más fácil pensar que el coche que te rebaso por la derecha de mala manera es un impresentable, versus a pensar que quizás es una pobre madre que se olvidó que los miércoles su hija tiene clases de baloncesto y llega una hora tarde a recogerla. Poner el esfuerzo de mirar el mundo de manera positiva se convierte poco a poco en algo por defecto. Si bien hay que ser realistas y no todo siempre puede ser idílico, siempre hay una manera de enfocar la realidad que sea más positiva.  

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La segunda categoría para vivir una vida feliz es tener buenas relaciones y apego. Desde hace siglos se sabe que el humano es un animal social. Y es que este elemento de relación con el mundo externo es fundamental para nuestra felicidad. La empatía es una característica humana esencial que nos permite compartir y entender los estados internos de los demás, sus creencias e intenciones. De hecho, la comunidad científica ha encontrado que nuestros estados emocionales están altamente influenciados por aquellos que están presentes. Tanto es así que cuando una persona en una resonancia magnética ve imágenes positivas, las interpreta como mucho más positivas si esta un amigo presente comparado con ver la misma imagen solo. Aun mas allá, se ha comprobado que las emociones de quienes tenemos a nuestro alrededor son contagiosas. Varias replicaciones del mismo estudio científico muestran que la mera presencia de una persona feliz, aumenta la felicidad de otros a su alrededor significativamente. Por la misma regla de tres, las emociones negativas también son susceptibles de afectas a los demás.

 

Las relaciones sociales son tan poderosas en nuestra felicidad que el simple hecho de conversar y contarle a otra persona algo que nos ha sido negativo, alivia ese sentimiento de malestar. Tan poderoso es el efecto de las relaciones que afecta la secreción de neurotransmisores y hormonas. En estudio científico se pidió a los participantes que relataran diferentes eventos felices de sus vidas y los calificaran en una escala del 1-10 en felicidad. Después de cada relato, se tomaban muestras de saliva. Sorprendentemente se encontró que el nivel de serotonina en la saliva era significativamente mayor cuando se recordaban eventos en los que había más personas implicadas, incluso comparadas con otros relatos que se calificaban como subjetivamente más alegres. Y es que aquellas personas que tienen un amigo cercano o más son personas más felices. Parece que no se trata tanto de tener una red de amigos o familiares cerca, sino como y que tan frecuentemente cooperamos en actividades y compartimos sentimientos y experiencias personales con ellos.

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La oxitocina es una hormona directamente vinculada a las relaciones de confianza y lealtad. Es una hormona esencial en la creación de relaciones románticas, así como relaciones de amistad o de amor entre padres e hijos. Algunos estudios muestran, por ejemplo, que cuando una pareja está separada por un largo periodo de tiempo, la carencia de contacto físico reduce el nivel de oxitocina, y genera una necesidad de apego. Tener relaciones donde podemos expresarnos emocionalmente sin miedos y tener contacto físico son elementos clave para la felicidad. El contacto piel con piel no solo es increíblemente positivo para los bebes recién nacidos, todos los humanos nos beneficiamos de un incremento de segregación de oxitocina ante contactos genuinos de amor y cariño.

 

En este mundo de redes sociales y relaciones cibernéticas, donde la mayoría de contactos son a través de aparatos digitales, es importante mantener relaciones cara a cara, ya que estas son las que crean los vínculos humanos más fuertes. Tanta es nuestra necesidad de apego y contacto físico que sentir una ligera presión, similar a la de un abrazo, es capaz de generar oxitocina y aliviar estrés en una persona. Por eso veces cuando estamos tristes buscamos una sudadera o arroparnos con una mantita. El efecto calmante de sentir presión es tan efectivo que se aplica muy comúnmente a personas con autismo, donde cojines de presión o chalecos ayudan a tranquilizar eventos de sobre estimulación.  La necesidad de apego también se ve satisfecha, hasta cierto grado, con al cariño de una mascota. Varias autoridades científicas han encontrado que cuando un dueño pasa tiempo acariciando su mascota, experimenta mayores niveles de segregación de oxitocina.

 

La tercera categoría para vivir una vida feliz es buscar ser altruista, y dar a los demás.

Las personas que hacen voluntariado y cuidan a otros tienen índices de depresión significativamente más bajos y índices de felicidad significativamente más altos. Aunque hacer voluntariado muchas veces consiste en colaborar en una organización o club, también puede ser tan sencillo como contactar con un conocido o amigo que sabemos que esta solo o que lo está pasando mal. Estar pendiente de los demás no solo nos recuerda todos los motivos por lo que deberíamos estar agradecidos, pero nos da un sentimiento de responsabilidad y logro. Cuando tenemos cosas que hacer, personas que dependen de nosotros y responsabilidades es más difícil ponerse triste por cosas que en otras circunstancias parecerían importantes.

Por otra parte, cuando ayudamos a los demás y vemos el efecto positivo que hemos generado, nuestro cuerpo segrega serotonina. Este sentimiento de logro y satisfacción refuerza el comportamiento altruista y fortalece el vínculo social de nuestra felicidad.  

 

La cuarta categoría para vivir una vida feliz es procurar tener las necesidades básicas cubiertas. Como seres tangibles, estamos sujetos a nuestro estado físico. La mejor manera para procurar tener una vida feliz es poner esfuerzo en tener un buen estado físico y de salud. Si bien muchas veces la salud no es un factor que podamos controlar, siempre suele haber algo que podemos hacer para mejorar la situación, en mayor o menor grado. Por ejemplo, solemos poder controlar nuestra capacidad de hacer ejercicio y de comer de manera saludable. Ahora, hay comidas que son altas en azucares capaces de hacernos sentir genial mientras las comemos e incluso entre 30 y 60 minutos después, pero suelen conllevar luego estar hinchados, sentirte culpable o incluso en un peor estado anímico que antes de comerlas. No obstante, una dieta sana y equilibrada es científicamente capaz de hacerte sentir mejor. Hacer deporte tiene también múltiples beneficios en cuanto a nuestra felicidad. Está documentado que hacer ejercicio de manera regularmente mejora el estado mental y emocional, así como reduce el índice de padecer depresión. Esto se debe a múltiples factores, entre ellos y el mejor conocido es el efecto que tiene el deporte en la secreción de endorfinas. Las endorfinas tienen una estructura química y propiedades analgésicas similares a los opioides. Las endorfinas son producidas por la glándula pituitaria y el hipotálamo durante el esfuerzo físico. Tener un buen nivel de endorfinas en el cuerpo da una sensación de felicidad y bienestar y se consigue básicamente con cualquier ejercicio. Es debido a las endorfinas que el deporte se convierte muy rápidamente en una rutina, tu cuerpo lo aprecia y lo busca.  

El deporte no solo ayuda a la secreción de endorfinas, pero también libera adrenalina. La adrenalina en altas cantidades puede ser perjudicial, pero cantidades pequeñas tiene efectos muy positivos para la salud. La adrenalina acelera el corazón, eleva el flujo de sangre a los músculos y constriñe los vasos sanguíneos menos importantes.  

Es interesante saber también que hacer ejercicio en si es beneficioso, pero con quien lo realizas también lo es. Cuando hacemos ejercicio en el gimnasio, en un ambiente de grupo o salimos a correr con un compañero, no solo liberamos endorfinas y adrenalina, ¡pero también oxitocina!

Por ultimo, la cuarta categoría para vivir una vida feliz es buscar un sentido. Ya sea religioso, espiritual o personal, dar un sentido a nuestra acciones y comportamientos garantiza un mayor grado de felicidad. Cuando hay un motivo por el que nos despertamos cada día, cuando hay una razón por la que nos comportamos como lo hacemos, o cuando hay una razón por la que luchar, es cuando descubrimos un tipo de felicidad más profunda.  Varios científicos de un amplio abanico de religiones y pensamientos han encontrado que escribir o hablar con otros con regularidad sobre nuestras experiencias aporta a nuestra felicidad y bienestar. Poner en papel o verbalizar nuestros pensamientos, sentimientos y emociones tiene muchas veces un efecto de saneamiento sin importar si se trata de experiencias positivas o negativas. La explicación va mucho más allá de desfogar.   Cuando hacemos tangibles, ya sea hablando o escribiendo nuestros pensamientos más íntimos, creamos una situación en la que estamos invitados a reflexionar sobre lo que ha sucedido, como ha sucedido, porque ha sucedido y que podemos hacer al respecto. También nos ayuda a dar un paso hacia atrás y ver la situación de manera más general y desvincularnos y observar casi que en tercera persona nuestra vida.

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Otra manera de encontrar un significado a nuestra vida es practicando meditación y mindfulness. Está demostrado que estas prácticas incrementan la secreción de moléculas inhibidoras GABA, conocidas también como las moléculas anti-ansiedad. Ya sea una hora de yoga, media hora de escribir en un diario, unos minutos de conducir meditando y haciendo un examen de consciencia sobre nuestro día, rezar el rosario o quince minutos de mindfulness, todos aportan a la meta de conseguir paz interior.

 

Cuando vivimos con una meta, un sentido en mente, estimulamos la secreción de dopamina. La dopamina tiene el mismo efecto adictivo en el cerebro que muchas drogas y está muy relacionada con el sistema de recompensas neuronal. Cuando te poner una meta y lo consigues liberas dopamina. Vivir con un sentido y tener metas no solo libera dopamina y GABA, pero también genera un mayor nivel de serotonina. La serotonina nos hace sentir útiles, nos hace sentir que pertenecemos. Es de la mezcla de todas estas moléculas que buscar un sentido, encontrarlo y vivir de acorde a él, aumenta la felicidad.

 

La psicología humana es un tanto peculiar. Nuestra manera de vivir, pensar y recordar experiencias no es siempre tan lógica como se esperaría. Un ejemplo es como valoramos el total de placer o dolor de una experiencia independientemente al valor objetivo real de la misma.  El premio Nobel Daniel Kahneman estudió este efecto con resultados muy curiosos. Se le pidió a un grupo de participantes que metieran la mano en un tanque con agua en dos condiciones diferentes. La primera condición duraba 60 segundos. Aquí, los participantes mantenían la manudo dentro de agua a 14 grados centígrados. Posteriormente, experimentaban una segunda condición en la que mantenían la mano en agua durante un total de 90 segundos. Los primeros 60 segundos tenían la mano metida en agua a 14 grados centígrados y luego el agua se calentaba un grado y mantenían la mano dentro 30 segundos más.   Un par de minutos más tarde se les daba a elegir a los participantes volver a repetir una de las dos condiciones. Sorprendentemente, ¡La mayoría de los participantes elegía repetir la condición de 90 segundos! Para entender bien el estudio hay que tener en cuenta que tener la mano en agua fría es muy desagradable; cuanto más pasa el tiempo, el sentimiento de desagrado solo aumenta; por último, 15 grados centígrados, sigue siendo agua helada. Con todo esto en mente, ¿Por qué elegirían los participantes la condición con mayor valor objetivo de dolor?

 

En ambas condiciones el peor momento era tener la mano en agua a 14 grados. Ahora, en la condición más larga, el final era ligeramente más positivo. En total, la media de temperatura y el final del experimento eran ligeramente más favorables. Otro estudio realizado por este mismo grupo de científicos, mostró como pacientes preferían tener una colonoscopia, que era muy dolorosa durante un corto tiempo y luego solo ligeramente desagradable frente a una colonoscopia que era muy dolorosa durante el mismo corto tiempo y luego paraba.

La implicación de este fenómeno en la felicidad es que muchas veces estamos tentados a buscar cosas que nos dan un pico alto de placer o que acaben en un punto alto de alegría, cuando lo suyo seria maximizar el nivel de felicidad eligiendo aquello que nos da alegría a un menor nivel de intensidad, pero por más tiempo.  Una noche de fiesta, por ejemplo, puede causar un mayor impacto psicológico en cuanto al pico alto de disfrute y su fin en un punto positivo. Pero adquirir una nueva habilidad o aprender de la lectura de un buen libro produce picos menos altos en intensidad, pero pueden proporcionar más tiempo de felicidad si figurativamente se suman todos los momentos de alegría que producen.

 

No hay una receta que se aplique a todos. No hay una pastilla que garantice que todo vaya a ser perfecto, y es que no existe tal cosa como una vida perfecta. Siempre parece que hay mil motivos por los que una persona lo tiene más fácil para ser más feliz que tú. Pero no olvides que habrá quien te vea a ti y piense lo mismo, “si yo tuviera eso, si yo fuera así, entonces seguro sería feliz”. Pero la verdad es que todos tenemos algo de que estar felices, y algo por lo cual estar tristes.  Es importante recordar nuevamente que la psicología humana y su perspectiva de la felicidad no es objetiva. A un grupo de participantes se les daba a elegir entre que una taza o una cantidad de dinero. Se les preguntaba cuánto dinero haría falta para que eligieran el dinero. La cantidad media era de $3.50. A otro grupo de participantes se les regalaba una taza y les preguntaban cuánto dinero haría falta que les den para que la devolvieran. La media esta vez era de $7.12. En ambas circunstancias la taza era la misma, pero el hecho de poseer la tasa, el hecho de que la tasa fuese suya, hacía que el objeto tuviese el doble de valor en sus vidas. Varios estudios que han seguido a ganadores de la lotería muestran que ganar grandes sumas de dinero dan gran alegría, pero que en un par de meses vuelven a ese nivel de felicidad base. A pesar de toda circunstancia, lo que hace que una persona sea feliz versus a quien no lo es, es el simple elemento de saber buscar la felicidad: buscando cubrir las necesidades básicas, nutriendo las relaciones y apego, teniendo una mentalidad positiva, buscando ser altruista y dando a la vida un sentido superior.

La Navidad

Navidad es una fiesta que desde hace mucho tiempo se celebra en casi todo el globo terrestre. Los cristianos celebramos el 25 de diciembre el nacimiento de Jesús, nuestro Salvador, siendo una fecha que está relacionada con unión familiar, alegría e ilusión. De alguna manera todos aspiramos a celebrar estas fiestas en un entorno de amor, sin embargo, es la época del año en que más conflictos se hacen presentes, en donde se evidencian los problemas familiares que hemos vivido durante el año, sentimos más cerca la pérdida de algún familiar cercano fallecido o sentimos soledad.

Durante el mes de diciembre salimos completamente de la rutina del año, pues tendremos diferente tipos de compromisos sociales, religiosos, laborales y familiares.   Al aumentar las reuniones sociales, sea con amigos, compañeros de trabajo o familia, nuestra y de nuestros hijos, para las que debemos disponer de tiempo y dinero, pues siempre hay que colaborar con algo para comer o un regalo, nos convertimos en masters en logística, pues cumplir con todos los compromisos de todas las personas de la familia es complicado. Adicionalmente habrá que preparar cena o almuerzo navideño y comprar muchos regalos, papel de regalo, lazos, tarjetitas… lo que también implica un aumento considerable del presupuesto mensual.

Si a toda esta presión de cosas por hacer y gastos, sumamos cómo nos sentimos, podríamos enfrentarnos a un coctel de estrés significativo, que debemos canalizar para no explotar y arruinar así lo que esperamos que sea la Navidad. Depende en gran medida de nosotros, ¿en qué queremos convertir nuestra Navidad? pues podríamos tener en cuenta todos los aspectos que son estresantes para nosotros, de tal forma que nos podamos preparar; cuando conocemos o identificamos lo que nos preocupa, tenemos más herramientas para manejarlo.

La Navidad ¡Epoca de emotividad!

La Navidad por ser básicamente una celebración familiar y de alegría aumenta nuestra sensibilidad, pues para muchos la realidad puede haber cambiado significativamente de un año al otro. Es justamente para Navidad que evaluamos nuestro año, y si nuestros proyectos familiares o profesionales no han salido como esperábamos es posible que nos sintamos tristes o frustrados. Si hemos sufrido la pérdida de un ser querido durante el año, lo vamos a extrañar, o si la pérdida fue hace mucho tiempo, es en Navidad cuando se nos hace presente. Hay quienes aseguran que la Navidad nunca más será motivo de alegría después de la muerte del ser querido. También están quienes sufrieron una separación o divorcio, en fin, tantas cosas… Cualquiera que haya sido la crisis que hayamos vivido durante el año, es en Navidad cuando reaparece a nivel emocional. Adicionalmente, si el dinero no alcanza para comprar todos los regalos que quisiéramos, nos sentimos frustrados. Tenemos muchas expectativas de cómo debería celebrarse la Navidad, pero como éstas no necesariamente se cumplen, tendemos a sentirnos especialmente emotivos, de tal forma que cualquier situación de estrés nos detona. Como lo mencionamos antes, hay factores de preocupación propios de estas fiestas como decidir con quién compartiremos la cena, a quién daremos regalos, el presupuesto de diciembre alcanzará o no, se viene año nuevo con más gastos… en fin, mucho que hacer, y muy poco tiempo. Al existir éstos factores estresantes los esposos nos sentimos presionados y se inician   las discusiones y peleas al no poder llegar a un acuerdo, o porque al estar emotivos rechazamos o mal interpretamos cualquier sugerencia que se nos haga.

Situaciones de estrés común en navidad:

El presupuesto: es recomendable realizar un presupuesto de mutuo acuerdo, de igual forma es indispensable consensuar el financiamiento del mismo. Para esto es necesario que hagan una lista de los gastos y prioricen lo que para cada uno es indispensable hasta que logren una lista en común, en donde recojan la opinión de los dos. Esto que parece sencillo es una tarea titánica, no estaremos de acuerdo en todo, pero tendremos que ceder unos espacios para ganar otros. Las pérdidas: Si un ser querido ha fallecido, hemos perdido el trabajo, alguien de nuestra familia se ha ido a vivir al extranjero, o hemos recibido la noticia de una enfermedad grave, tendremos motivos válidos para sentirnos tristes. Esta realidad golpea a toda la familia, cada uno tendrá una forma diferente de manifestarlo, y seguro que unos necesitarán de la fuerza y ánimo de los otros para salir adelante, y hacer así su mejor esfuerzo. Para las personas que están atravesando una separación o divorcio será una época en que sentirán de forma especial la ausencia del otro cónyuge y vivirán la nueva forma de ser familia. Los conflictos: Los conflictos familiares o de pareja se hacen más visibles en Navidad. Aprovechemos de ésta época para buscar el perdón y superarlos, en vez de hacerlos más profundos. Resulta indispensable, si queremos tener una Feliz Navidad, revisarnos, y descubrir si estamos especialmente sensibles por alguna razón, conversarlo con nuestro cónyuge, para que pueda ponerse en nuestros zapatos, nos entienda, y a la vez nos ayude. Esto es mucho mejor, que por estar presos de nuestra emotividad, terminemos peleando y teniendo conflictos conyugales o desquitando nuestro mal genio con nuestros hijos.

La historia comienza… “Y vivieron felices para siempre…”

Cuando dos personas deciden unir sus vidas, nace la pareja.
Cada una de las personas trae consigo una enorme mochila de vivencias personales y familiares, valores, tradiciones, mitos, creencias y expectativas.

En ocasiones, éstas pueden coincidir, otras veces pueden ser muy distintas. No es sencillo poneren común lo que cada uno trae en su mochila. Ponerse de acuerdo, negociar qué vamos a descartar, con qué nos vamos a quedar y qué nuevo construiremos en común, es más difícil todavía.

¿Qué es lo que sucede?
Usualmente llegamos a la pareja pensando que estas diferencias no existen o será sencillo resolverlas, porque nos amamos, pero a la hora de la verdad resulta que estamos más aferrados a la “forma como se hacían las cosas en mi casa”, descalificando lo que propone el otro. A esto hay que sumarle la presión familiar de lado y lado, para que se viva según la tradición, valores y forma de ver la vida de la familia de la que cada uno proviene, convirtiendo la negociación más dura todavía.

Muchas veces nos podremos sentir desleales a nuestra familia al aceptar iniciativas de nuestra pareja o al crear juntos nuevas reglas o tradiciones decididas en común.
También podremos sentir nuestra identidad cuestionada.

En realidad lo más importante es que la pareja pueda ir dialogando y acordando estos espacios, independientemente de lo que opinen sus padres y suegros, pues son ya una unidad familiar diferente que deberá ir fortaleciéndose con sus propias decisiones.

Aceptar lo que trae el otro como algo bueno… aunque sea diferente, nos ayudará a fortalecer la pareja y a respetar las características de cada uno como algo válido. 

Pilar Sordo nos habla de la Felicidad

Gracias a un convenio con la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Pilar Sordo, psicóloga chilena, quien muy generosamente compartió con nosotros sus conocimientos en base a sus investigaciones, en su visita a Guayaquil en septiembre pasado. Estefanía Carofilis le preguntó acerca de su investigación sobre la Felicidad y nos contó que ésta, parte por determinar  los errores que cometemos con respecto al concepto de Felicidad:

  1. Asumimos la felicidad como un anhelo, algo que debemos buscar, así, se nos aleja constantemente y se nos acaba la vida; por lo cual, no hay que planificarla como algo futuro.
  2. No hay que pensar que la felicidad son sólo momentos, porque así, asocias el concepto de felicidad, con el de alegría.  Si esto fuera cierto, sólo seríamos felices cuando estamos contentos.

Nos cuenta que en la Unidades de quimioterapia no hubiese nadie feliz, pues ahí no hay nadie contento, sin embargo, puedes encontrar gente más feliz que en otros sitios, porque son personas que aprendieron a:

  • Priorizar
  • Anclarse en el presente
  • Agradecer todo lo que tienen
  • Valorar los vínculos afectivos sobre cualquier otra cosa

Por lo tanto, uno puede ser feliz sin estar contento. 3.  Asociar la felicidad con el tener.  Somos más felices cuando más tenemos. Al final,  la investigación plantea que  ser feliz es una decisión, por lo tanto, se hace un ejercicio de libertad al elegir qué tipo de vida quieres tener.

Ser Feliz es una decisión que tenemos que tomar todos los días con los dolores que tenemos en el alma, y desde ahí construir un mejor país.

Para aplicar esa decisión se requiere algunos ingredientes para la receta:

  • Ser agradecido lo simple y no rentable
  • Centrarse en lo que tienes y no lo que te falta
  • Fuerza de la voluntad
  • Una cuota de Sentido del humor

Los invitamos a escuchar lo que nos dijo en el video  

 

 

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