Seguro nos sucedió a nosotros cuando salimos de casa de nuestros padres, llenos de ilusión por la nueva etapa de la vida que tocaría escribir. Igual que a ellos ahora, tuvimos la intención de repetir en nuestro hogar recién formado todo aquello que nos parece que funcionó en nuestra casa y nos hizo felices. Y si es que nos atrevimos a cuestionar a nuestros padres, quisimos cambiar aquello que nos hizo sufrir o que nos parece que no dio buenos frutos o consideramos innecesario.
¿Libertad o lealtad?
Las decisiones que ellos van tomando nos podrán parecer malas o buenas, podrán hacernos sentir orgullosos o preocupados; pero debemos distinguir que estas, aunque diferentes a lo que nosotros tomamos en nuestro momento, no nos cuestionan, sino que se refieren a su realidad, la cual es diferente a la nuestra. En muchas ocasiones los padres evaluamos lo que ellos deciden en función de lo que nosotros hicimos y cuando ellos deciden diferente nos sentimos cuestionados… Reacción por demás injusta para con nosotros mismos, pues la vida es distinta y su realidad también.
No debemos ver su vida a través de nuestra propia experiencia, sino ser capaces de ponernos en sus zapatos y ver a través de sus ojos.